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Francesco Pretrarca, conocido el padre del humanismo. |
Según Colomer quién explica que en el siglo XIV, citando a Cicerón y Gelio, se habla de studia humanitatis o studia humana, para señalar un conjunto orgánico de disciplinas, que comprendía la gramática, la retórica, la poesía, la historia y la filosofía moral. Tales disciplinas, porque estudian al hombre en lo que tiene de más específico, elevado y creador, se consideran las más adecuadas para su formación espiritual. (1997, p. 9)
Muchas de las disciplinas medievales fueron
reformadas para poder adquirir mejores conocimientos, aplicar la cultura y el
estilo de la antigüedad clásica de una manera adecuada y dejar atrás la débil
educación de la edad media. Esto hizo que muchos artistas, científicos y
pensadores de la época desarrollarán extraordinarias habilidades en el campo de
las humanidades. Ayudó a que fueran un poco más liberales, así que empezaron a expresarse
a través de las artes, mostrando a un hombre digno en un mundo religioso
dogmatico y cerrado, que no permitía la libre expresión o las diferentes
perspectivas de las cosas; dejaron atrás la represión de la iglesia y gran parte de las creencias a Dios para
centrarse en la esencia del hombre frente a las representaciones de santos del
Medioevo.
‘’La liberación del espíritu. Libertad y verdad serian las dos conquistas del Renacimiento y de la Reforma frente a la ilusión y la coacción imperantes en la iglesia y las sociedades medievales’’(Colomer, 1997, p. 8)
El Humanismo fue el punto más importante para todos los artistas, ya que la razón, la inteligencia y la intelectualidad humana adquieren un valor supremo frente a el Teocentrismo; después de esto, la iglesia, que en la edad media no era condescendiente con nadie y juzgaba a quien contradecía las leyes religiosas, dio permiso y empezó a apoyar a diferentes artistas, como por ejemplo a Miguel Ángel quien recibió el encargo del papa Julio II para que pintará la bóveda de la capilla Sixtina, y por el papa Clemente VII quien le pidió que pintara en la pared del altar de la capilla, ‘’el juicio final’’ una de sus obras más grandes y famosas.
‘’La liberación del espíritu. Libertad y verdad serian las dos conquistas del Renacimiento y de la Reforma frente a la ilusión y la coacción imperantes en la iglesia y las sociedades medievales’’(Colomer, 1997, p. 8)
El Humanismo fue el punto más importante para todos los artistas, ya que la razón, la inteligencia y la intelectualidad humana adquieren un valor supremo frente a el Teocentrismo; después de esto, la iglesia, que en la edad media no era condescendiente con nadie y juzgaba a quien contradecía las leyes religiosas, dio permiso y empezó a apoyar a diferentes artistas, como por ejemplo a Miguel Ángel quien recibió el encargo del papa Julio II para que pintará la bóveda de la capilla Sixtina, y por el papa Clemente VII quien le pidió que pintara en la pared del altar de la capilla, ‘’el juicio final’’ una de sus obras más grandes y famosas.
Gracias a los
literatos y artistas que retomaron la antigüedad clásica, renovando las
creencias de los diferentes filósofos griegos e implementándolas en la época;
la civilización empezó a avanzar, desaparecieron los feudos y nacieron las
ciudades, la educación se incremento y se crearon las universidades, escuelas y
academias que ayudaron a fortalecer al humanismo. El descubrimiento de la
imprenta también fue parte fundamental para la educación del hombre,
compartiendo conocimientos que fortalecieron la educación; ya que antes de
tenerla, los escritores para hacer una copia tenían que realizar otro manuscrito
para poder difundirlo. Si no fuera por el humanismo y por el Renacimiento no
tendríamos muchas de las cosas que hoy conocemos y seguiríamos en una época
donde todo se centraba en Dios, en la que no se podía hablar de nada más, la
cual estaba sumergida en la ignorancia y no se podía ver más allá.
Referencias:
·
Colomer Eusebi. 1997. Movimiento de renovación. Humanismo y
Renacimiento. Madrid. Ediciones Akal S.A. pág 9.
·
Colomer Eusebi. 1997. Movimiento de renovación. Humanismo y
Renacimiento. Madrid. Ediciones Akal S.A. pág 8.
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